A.
Pensar se vuelve esclavo de uno mismo,
sol eclipsado, puente que se queda,
la cortina del yo se desenreda
y el continuo soñar se vuelve abismo.
Mas habremos de amar, mientras se
pueda,
el engrane de vivo cataclismo
que nos mueve hacia adentro en fértil
sismo
y nos vuelve inventores de la rueda.
Pensar es una cuerda que no ata,
un viaje al centro de lo que has
guardado,
que a veces hace bien y a veces mata;
y al final del pensar me habrá quedado,
además de esta página escarlata,
un eco del decir, amurallado.
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