viernes, 12 de abril de 2013

[Proyecto: Voy a repetir estas palabras hasta que dejen de decir lo que necesito.] Diecisiete.

Estas,
palabras que proyecto:

necesito
voy
dejen

repetir:

necesito de
voy a
dejen que

¡que dejen!

Palabras,
voy a palabras,
necesito de palabras,
dejen palabras,
estas,

hasta decir.

martes, 9 de abril de 2013

Serie: Jamming musical (II)

Esperándote
(Bajofondo)

Yo me inundo, contención
y no quiero contenerme
y me sala la sangre
me hiela una intención poderosa busco
no busco
no noche
y qué si podemos ser otros
y qué si arriesgar
qué importan las constelaciones
las estrellas se juntan al azar
no destí, no promé, terso cié, lo imposí
pero estamos y hay vida
mi columna vertebral se camina a pasos juntos ya no sé si hay edad para creer porque creo
por qué, creo
me gustan las palabras a dos voces
a tres cuerpos
a cuatro manos
a cinco vidas
a seis tomos
a siete revelaciones
a ocho espasmos
a nueve intensidades
a diez decibeles
bajo la escalera de mi risa que ya conoces que no quieres soñar que te inventa a diario
no hay soledad no lo creas es el hartazgo del mediodía de la medianoche de la mediavida
así
como tu mediausencia



domingo, 7 de abril de 2013

Serie: Jamming musical (I)

I'm sticking with you
(The Velvet Underground)

 
De dónde vendrán las imágenes
que nos asaltan luego de soñarnos,
cómo la luz se funde inagotable
con la sombra de todo
para crear universos nunca mesurables
curvas extrañas que la memoria alista
para el día y la noche
disfrazadas de espanto
de odio
y coincidencias

Desear es dejar quedarse
hasta que se termine la cuenta regresiva
porque todo lo que se desea,
si no se cumple,
se convierte en sal húmeda:
imposible probarla
si no es en el mar de lo perdido
que a veces buscaremos
por la buena costumbre
de robarnos el tiempo
para ser quienes fuimos
por un instante breve
casi imperceptible
que nos ciega,
porque el deseo ido es el sitio
donde estuvo la luz
y ahora sólo hay ecos de esa luz
en el vacío que pudo haber sido algo
pero fue el mismo nunca, 
siempre



viernes, 5 de abril de 2013

Cante, o algo

Así,
como el lirio que se adhiere
al agua
como un espejo asir
como cuando un sombrero
sigue la línea
de la frente

tengo de cerca el fuego así

no sabemos de otros atardeceres
y por eso venimos a buscarlos
aquí

porque es una danza que sólo
tú conoces
va el callar, viene el decir
paso de suspí
ro, paso de caré
ta y burbujas rompiéndose
en las caras
de los niños

                                           vioLENTAMENTE

no cambia la sustancia
se queda el mudo mundo

aplauso en pie reverencia un gracias de la médula y adiós telón


miércoles, 3 de abril de 2013

Serie: Sonidos (I)

Cuídate mucho Todas las mañanas Hooooola no te veía Perdón Sí: Coyoacán, su centro que retiembla. Silencios jugueteando entre las olas de murmullos: el miércoles. Agua sobre paredes, deslizándose lenta y cálida: la soledad. Viaja la música a tus oídos por convicción propia, has decidido el volumen alto y desde ti la vida parece un musical, mientras ojos te miran como película muda. Gestos de cantar, gestos de entender: tu vida en banda sonora. Una guitarra acústica, el círculo de sol: tus pasos decididos hacia el café de siempre. Los audífonos desprendiéndose de tu oído hacen el mismo ruido que debe escuchar el interior de la botella de vino cuando el corcho es extraído. Ido.

Debes estar actuando muy ceremoniosamente o es una hermosa casualidad, pero la voz que te da la bienvenida y te indica dónde está la conexión más próxima te trata con respeto, se sabe oída. Pides: frío, dulce, hielos para chocar en vaso de cristal, líquido viajando por el plástico hasta tus labios hasta tu lengua hasta tu sangre que es un mar violentísimo estrellándose en piedras de timbre agudo. Escuchas la ese-hache continua del viento que suspende su paso entre la erre-u a veces erre-a a veces erre-o a veces te-erre de los autos que pasan junto a la ventana donde te ordenaste sentarte porque te dijiste: vas a escuchar, porque te dijiste: acuérdate de cuando agradecías que te lo preguntaran, acuérdate: “¿Qué oyes?”.

Cuando escribes esto, justo esto, tus manos son el ruido de las teclas, vertiginoso y temeroso de olvido. Tu voz de dentro dicta como si el taquígrafo, como si la magia, como si fluirse. A tu alrededor, conversaciones: Esto El amarillo domina Es éste el tono Exactamente. En realidad no quieres oír todo, pero llama tu atención que si el fondo musical es uno, esté en pantalla un cantante con actitud distinta. Acaso te interesa lo que ves, te preguntas sin mucha intención de interrogante. No, te respondes sin mucha intención de firmamento. Alguien te ha sonreído desde fuera, eso sí te interesa, su sonrisa sonó a fruto cayendo del árbol y te das cuenta de que el ruido de la bicicleta que lleva a un lado te ha sonreído, también. Tú sonreíste, y sonaste a las pequeñas campanas que colecciona tu abuela. Los objetos hacen el mismo ruido que sus dueños, concluyes, y entiendes mejor por qué las teclas que presionas se oyen hoy ansiosas por momentos, pero también intensas, chispeantes, nostálgicas, asombro.

Y escuchas de pronto el rojo de tu blusa. No lo miras, lo escuchas: dice miedo a caer, dice yo estoy contigo, dice fuerza, dice puedes, dice van dos días seguidos que te vistes de rojo, ¿lo has notado? Dice: recuerda, recordar es concierto grabado en piel, recordar es parvada llegando a descansar al árbol próximo. Escuchas a esa yo que intenta un no, que dice recordar es golpe seco es trueno que antecede tormenta es tormenta, pero no haces caso y tintineo de llaves, pasos en escaleras, una voz, una risa, paredes de papel, ideas que viajan por las ondas sonoras que se encuentran y firman su contrato para ser un acuerdo. Escuchas la memoria de esos días y te das cuenta del silencio en que te has convertido, las teclas respiran, la página te habla de tatuajes. Y escuchas desde dentro una marea que viaja hasta tu rostro, un navío indescriptible que no te dice aún si subirá a tus labios para arquearlos o buscará en tus ojos el cauce del océano.

Viento va, viento viene: respiras. Llamas a las sirenas que viven en tu lengua y ellas calman tu mar, ni curva ni lágrima. Te quedas en mirada, todo tu cuerpo se ha ido a escuchar tu mirada, que entona aquel poema del espejo y los labios, del suspiro y la sombra, del esperar y el irse. Te quedas en mirada que es la voz, y ya nunca el callarse.

Te das cuenta del frío, del café, del encuentro. Vuelves a oír las voces, ha pasado una hora y han pasado huracanes. Todo pasa, te dices, y sales a envolverte en tu sonrisa, que ha llegado de pronto sin aviso. Por qué sonríes, preguntas.

Porque se puede, y melodía de créditos finales.