domingo, 13 de enero de 2013

Cabañuelas 2013: El recuento

Aquí la recopilación de mis cabañuelas 2013, que ahora fueron mucho más extensas que las anteriores; es que el año dio para mucho. Las pongo en versión Facebook y versión Twitter (que sí fue distinta a conciencia esta vez), para que el registro quede completo. Nos vemos en las cabañuelas 2014, amiguitos.


1 de enero, 2013. Cabañuela #1: Asólate y asómbrate.

En 2012 confirmé y tomé como ley de vida lo que es sabido por todos, no se hagan: si nos limitamos a lo que ya conocemos de cierto, en cualquier aspecto, dejamos fuera posibilidades que nunca habríamos imaginado. Es verdad también que a veces tales posibilidades no resultan como quisiéramos, pero entre ellas siempre llega algo que vale la pena por sí mismo. Está bien ser cuidadosos y escépticos ante todo; sin embargo, cuando la maravilla te asalta en despoblado ni cómo hacerse el indiferente... no queda más que rendirse ante ella. Y rendirse así es ganar, de cualquier manera.

Conclusión: También es bueno ser uno mismo lo sorprendente, de vez en cuando. Vale igual.

La capacidad de asombro no es un accesorio, sino una obligación. Ejércela y siémbrala en los demás

2 de enero, 2013. Cabañuela #2: Ahí está el punto.


Ayer mi sabia hermana me compartió su teoría sobre la tinta invisible, esa con que está pre-escrito un diario y que uno mismo va revelando cuando suceden las cosas. Creo que eso va mucho más allá de la idea de Destino y está más bien relacionado con darnos tiempo para leer el mundo conforme lo vamos escribiendo. Hay muchos clichés al respecto, lo sé, pero pensemos que por algo existen... Me acordé también de esa célebre conferencia de Steve Jobs en Stanford, una de cuyas ideas centrales es, precisamente, que el sentido de cada existencia se encuentra al “conectar los puntos”; pero esto, dice, solo puede hacerse en retrospectiva y es realmente sorprendente tomar conciencia de todo lo que “tuvo que pasar” para llegar a cualquier punto, que luego será solo una estación para un punto posterior y así sucesivamente. Y ya que este 2012 me reconectó conmigo y me trajo el cumplimiento de un enorme “sueño” que alimenté durante años y que en alguna estación creí que no se lograría (¡¿ya mencioné que por fin soy puma?!), he adoptado este cliché como si fuera un padre. No es una fábula de metas que se cumplen, para nada: es solo pensar en que el camino posee significado si uno quiere construirlo; y si no, también.

Conclusión: Decir lo ya dicho es reescribir y, por lo tanto, resignificar.

Todo cobra sentido cuando se unen los puntos en retrospectiva. Sí, ya lo dijeron otros, yo nomás le hago al Pierre Menard.

3 de enero, 2013. Cabañuela #3: ...Y a mis soledades voy.

Pues sí, es tiempo de decir que estoy conmigo. A casi un año de ser soltera de nuevo tras una larga historia que algunos conocen (y si no, ni modo), creo que el único “parasiempre” posible es el de ser uno. Y no se malentienda, me fascina la idea de la otredad, de la compañía, de intuir a los álguienes alrededor: finalmente yo soy también un prójimo y tenerlo siempre en cuenta significa entender que cada otro es un individuo, con todo lo que tal cosa representa. Esto da ventajas en cuanto a tolerancia, empatía, convivencia y demás, pero en sentido estricto sé que lo único mío es el yo. Imposible perder una certeza así.

Conclusión: Si quieres compañía, cultiva una solitaria.

Tras haber vivido una novela rusa, me quedan dos certezas: a) lo único "eterno" es ser uno y b) "yo soy también un prójimo...".

4 de enero, 2013. Cabañuela #4: Esa bonita costumbre de acrostiquear, o de cómo el nombre lo es todo.

INSTRUCCIONES: Esta es una cabañuela interactiva. Tiene usted en sus manos nueve piezas y un tablero; favor de seguir los pasos con, o sin, cuidado.

1. Coloque primero la “A” marcada con el número 1 al centro, como base, por quienes ya aman a los perros.
2. Junte los bordes a la “L”, por aquellos que se recordarán solo en ocasiones especiales, si acaso.
3. En la unión de las piezas anteriores sobreponga la “E”, por el asombro de los astros fugaces.
4. Ponga la “J” en posición vertical e insértela en el punto de quiebre, por la búsqueda misma.
5. Tome en sus manos la “A” marcada con el número 2 y colóquela en la parte posterior de la figura, por el lugar que Fue.
6. Coloque la “N” de cabeza en el ángulo recién formado, por una vida libre de promesas.
7. Remueva la protección de la “D” y adhiérala a la pieza anterior, por el lugar que ya Es.
8. En la parte superior debe haber quedado un espacio abierto; junto a él posicione con fuerza la “R”, por los limericks que falta escribir.
9. La “A” marcada con el número 3 es sumamente flexible y está diseñada para ponerla como, donde y cuando usted guste, por el placer de hacer y deshacer.

¡Listo! Esperamos que haya sido un éxito. Si se aburrió, se equivocó, dejó el juego a medias, quedó insatisfecho o perdió piezas, también de eso se trata. Ahora, si le es dado, haga lo mismo con su propio modelo para armar. Buen día.

Conclusión: Cuando era niña me cansaba tanto de hacer planas con mis eternas nueve letras, que le reclamaba a mi madre el no haberme puesto “Flor”. A veces sigo de acuerdo.

Ya lo dijo la Pizarnik: "alejandra alejandra/ debajo estoy yo/ alejandra". Nombres como tierra, y como tierras.

5 de enero, 2013. Cabañuela #5: Lado A.

Qué sería de la vida si no nos diéramos permiso de ser espontáneos así, sin miedos, y de romper con lo... iQué diablos! iHoy no hay cabañuela, eeeeh!

Conclusión: iFiesta en mi casa! iY en las demás! iVestidos bonitos para todos!


A la chingada las cabañuelas hoy, uno debe evitar a toda costa hacerse esclavo de su propia ocurrencia.

6 de enero, 2013. Cabañuela #6: ¿Qué pasó ayer?

No estoy de acuerdo con que recordar sea “volver a vivir”, me parece una idea enfermiza; pero sí creo que el Antes es la razón del Ahora y como tal, hay que celebrarlo. Porque más vale que nuestro Ahora nos fascine con todos los puntos que hubo que unir para alcanzarlo. Después de todo, ¿qué otra cosa tenemos?

Mi conclusión de hoy es un limerick à la María Elena Walsh, porque tengo que ir entrenando. Va:

Si guarda usted en cajas su pasado
puede gustarle o no, limpio o gastado;
mas si no lo renueva,
yo le diré: “qué hueva”:
entienda que hoy es antes, transformado.

(Alerta de tuit reciclado): Me gusta mi Antes porque es la razón de este Ahora que me fascina.

7 de enero, 2013. Cabañuela #7: Dispénsela...

Estoy por escribir un libro intitulado: “El galano arte de pedir disculpas”. Porque en honor a la verdad, desde que descubrí que pedir perdón era un antídoto no para el error, sino para la cruda que éste deja, he tratado de cultivar mi disculpabilidad lo mejor posible. No es pedir perdón porque sí: es saber cómo, cuándo, por qué, con quién y (sobre todo) para qué. He ido aprendiendo, poco a poco, a dejar pasar errores que solita me perdono o que otros consideran que cometí pero yo no, lo que sucede con frecuencia; pero cuando veo que sí la regué en algo que me importa, sea lo que sea, no tengo reparos en solicitar la absolución con toda sinceridad. Y el solo hecho de reconocer mi falla ante la gente que me interesa cura algo en mí; claro que si el otro condesciende conmigo y me perdona o me dice: “no hay por qué disculparse” (aunque sepamos que sí), más aún. Hasta uno se siente extrañamente contento de haberse equivocado. Sí, el chip del “dispenseusted” es uno de los mejores inventos de nuestros ingenieros creadores cuando se usa bien, aunque tampoco les hubiera costado nada hacernos menos propensos a cagarla.

Conclusión: No disculpe las molestias que esta cabañuela le ocasionó. Fueron a propósito.

Confiemos en la magia de un perdón bien pedido como bálsamo contra los efectos de nuestra humana propensión a cagarla.

8 de enero, 2013. Cabañuela #8: Más marthistas que Martha.

Un gurú es un guía que dicta enseñanzas de vida a gente con ganas de asombrarse, y eso no está mal porque a fin de cuentas cada quien obtiene lo que quiere y nadie está obligado a hacer lo que no desea. La cosa es cuando los seguidores se toman más en serio las enseñanzas que el propio enseñante, y en mi pequeña familia VIP nos acabamos de dar cuenta de que eso nos pasa. Fíjense: Martha, la matriarca y gurú, dice: “No es necesario celebrar juntos la Navidad”, y la feligresa Jimena se va a la playa de jipi, ¿por qué no?, mientras la gurú tranquilamente pasa las fiestas en familia. Otro ejemplo: Martha, la matriarca y gurú, dice: “¿Para qué queremos tanto canal en el cable si ni los aprovechamos?”, y la feligresa Alejandra se deshace definitivamente de todo lo que tenga que ver con la televisión, mientras la gurú tranquilamente ve “Master Chef” en su flamante Dish. Hay más ejemplos, pero herirían susceptibilidades, ja, ustedes saben. Lo que quiero decir es que este es quizá el descubrimiento más bonito del año que se nos fue, pues la matriarca es en realidad una gurú involuntaria a quien le da mucha risa que esto pase y muy a menudo ni se acuerda de sus designios, mientras que las seguidoras estamos más que contentas con los resultados de nuestra radicalidad. Porque eso, las palabras transforman a quien quiere ser transformado y está bien subirnos al tren de lo que dicen otros si nos parece exacto, mientras entendamos que una vez apropiado el dicho, las consecuencias del acto son exclusivamente nuestras.

Conclusión: Y que siga la Martha dando... pretextos para vivir bonito.

Aunque el decir sea ajeno, el actuar es propio. Y no se aceptan reclamaciones.


9 de enero, 2013. Cabañuela #9: Lados flacos.

No, no hablaré de la increíble cantidad de kilos que perdí en 2012 (literal y metafóricamente, ja), aunque no está de más mencionarlo... También en ese año glorioso capitalicé un poco más esa idea de que siempre estamos expuestos a dudar, a perder el rumbo, a autocuestionarnos. Sobre todo cuando pretendemos tener el control y el sentido de la propia vida en las propias manos (porque finalmente a eso jugamos), hay veces que el peso de esta idea nos rebasa, o que simplemente nos salimos del carril por descuido, por cansancio, por "influencia", incluso por elección o por el síndrome del “a ver qué”. No hay mucho qué decir al respecto, solo es cuestión de tenerlo en cuenta y aceptarlo. Eso creo. Y evitar, no las expectativas, sino el depender exclusivamente de ellas; armar planes B, perdonarnos, verbalizar la frustración, abrazar los complejos hasta que se calmen, escuchar lo que deba escucharse... tender un puente consciente para volver al camino que creemos correcto y que todos tenemos porque es inevitable. Aunque no es el mismo para cada quien. Eso sé.

Conclusión: Para no perder la bonita costumbre de las cabañuelas con soundtrack, comparto mi mantra actual para superar las flaquezas no requeridas. Fiona Apple me va a empezar a cobrar regalías.

 
Me gusta mucho ser más flaca que antes, pero no tanto flaquear... Aun así, lo acepto y lo abrazo: pasará.

10 de enero, 2013. Cabañuela #10: Efectos secundarios.


El año pasado, en mi cabañuela número 6 les hablaba de “Renunciatín”, el método que descubrí en 2011 para dejar círculos viciosos y demás. A un año de tratamiento, puedo decir que funciona o al menos, cubre mis expectativas. En 2012 renuncié a un trabajo, a presencias que parecían eternas, a la televisión, a la desidia, a la desinformación, a ciertos miedos, a la autocensura; y en cambio, pacté contratos nuevos (no perfectos, solo nuevos) con la lectura, la escritura, la conciencia, la impro, la docencia, la música, el cine, el ridículo, la información, los plazos y hasta conmigo, que soy vitalicia. Entonces, Renunciatín es una gran solución pero no solo por el mero abandono, sino porque permite abrir los espacios suficientes para bienvenir; a fin de cuentas, siempre hay algo en camino. Yo sí lo recomiendo. Y como dijo la sabia Érika Delfín: "Renunciatín causa efectos secundarios nocivos en el objeto renunciado, en uno no." Otro caso de éxito.

(Música de infomercial. Locutor: “Renunciatín, ¡porque dejar la incomodidad no es de cobardes, sino de hígados sanos!”)

Conclusión: Cabañuelas 2012, disponibles aquí y acá, por solo unos 9.99 minutos leyendo. Llame ya.

A un año de Renunciatín, el "esporelbiendetodos" evolucionó a "mevalemadres". #AutopromociónRetro


11 de enero, 2013. Cabañuela #11: “¿Qué oyes?”®.

La vida no es más que un conjunto de conversaciones posibles. Y la conversación es un sitio fascinante, sagrado, que te obliga a Decir y a Escuchar aunque no siempre se logre... Sobre decir nos creemos expertos, pero creo que es ley general que todos en alguna ocasión nos perdamos en nuestras propias palabras y dejemos el oído, interno y externo, desactivado. Quizá eso explique por qué hay veces en las que yo misma sé, en ese momento, que lo que estoy haciendo o diciendo está mal hasta para mí y aun así, por más que me digo que ya le pare, no lo hago; concluyo que se trata de errores de conexión, de escucha, que dejo pasar de origen y que luego ya no puedo desenredar. Así que mi penúltima cabañuela se centra en la vitalidad de escuchar con todas sus variantes: la lectura, la conciencia, la escritura misma, la apropiación, la apertura, la reflexión, el intercambio. A veces perderemos la brújula, porque así somos y qué le vamos a hacer, pero hasta eso hay que escuchar, ¿no? Y entendernos. Por eso me fascina la literatura y el arte en general, porque construye esos puentes hacia el entendimiento más allá de lo imposible, que tanto nos hacen falta; solo que, digo yo, si no somos capaces de elegir una percepción del mundo y revisarla/transformarla constantemente, tampoco nos sirve de nada pasar horas frente a creaciones maravillosas. Pero esa es otra historia, y deberá ser contada en otra ocasión.

Conclusión: Ya lo he escrito antes y me auto-reciclo: estoy convencida de que conversar auténticamente con otro, con uno mismo o con el mundo es descosificarse y afirmarse. Por el dulce concierto que tendría que volver a dibujarse, como antes, en las piedras...

Conversar en todas sus variantes nos afirma, nos desmasifica, nos milagrea: Escuchémonos.

12 de enero, 2013. Cabañuela #12: Verde, sí; humilde, quién sabe.

Ahora que me pregunto el porqué de todo, porque sí, pensaba de qué sirve este ejercicio de las cabañuelas además del juego de inventarme un género y una “tradición”. Entonces vi claramente que hay una parte del objetivo muy coherente con el narcisismo de dedicarme 12 días sin parar en una red social que supone lecturas de otros y hasta comentarios (pausa: siempre, siempre me maravilla que las cabañuelas tengan “likes”, empatía, comentarios y hasta mensajes extraordinarios... se los paso al costo, nomás, y lo agradezco en el alma); pero por otro lado, escribir esto también tiene qué ver con la expresión como defensa, como manifiesto y como escudo: Decir por, para, con, entre, desde, hasta. Siempre he creído que el lenguaje es la forma más exacta de humanidad y que una de nuestras misiones en la vida es perfeccionarlo tanto como se pueda; de verdad, venero absolutamente las palabras y me parece que hallar gente que les haga justicia es, como me dijo la poeta Nancy Gallegos en alguna ocasión, encontrar el Santo Grial. Por eso, por el superpoder de la palabra, me concentré en hacer de las cabañuelas un espacio de coherencia interna, de puesta en tierra, de autoanálisis y su consecuente autosíntesis. Y si lo hago público es un poco por el “porquéno”, pero también porque volcarnos en palabras es a veces un deber social, pero siempre un milagro personal. De esos que vale la pena sobreexponer.

Conclusión: Gracias infinitas por leer, o por no hacerlo. Todo es ganancia.