lunes, 16 de septiembre de 2013

Sicomoro


La aguja parpadea, nudo en tránsito y qué somos, qué sentimos, cuánta emoción varada en manantial de días, minutos, labios tersos. Puerta se abre, se abre y no hay manera: se abre. Hay veces que la punta del lápiz es lengua conteniéndose, dando vuelta, borrándose a sí misma. Que hable el respiro al cuello, mejor, por qué entintarse si el mar es del que viaja así, sin redes. Y el otro es un viaje distinto, ajeno, siempre. Mas se puede el codo a codo y el asombro, manos únicas, nuevos alfabetos. Se abre. Lo único es el tiempo de antemano el querer de antebrazo el mundo de anteojos desde noches sin sueño. Ese yo y ese usted que se deshojan en nombres cuyo instante es el fruto.

Llave de arena para cerrojo de agua.