martes, 7 de julio de 2009

Despertaste con una cierta sonrisa...

...Y sucedió en un terso momento, de ésos en que todo fluye como si hubiera estado dispuesto desde siglos atrás. Tu voz inundó el silencio, primero tímida y luego torrencial, como el llanto que habías perfeccionado toda tu vida hasta entonces, pero con un matiz diferente: habías viajado, por vez primera, del pensamiento al nombre.
Tu madre respondió al llamado, incrédula primero, orgullosa después. Cómo te hubiera gustado congelar ahí el tiempo y quedarte en su compañía, articulando palabras al azar. Probablemente ella hubiera pensado lo mismo, pero ambas creían entonces que tenían todo el tiempo del mundo.

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