Estábamos sentados. Pulíamos los relojes para olvidar la hora.
Mamá dijo un recuerdo que pronto se durmió en alguna grieta.
Papá no dijo cosas, quizá cuentos.
Teníamos las velas en las manos.
"Lo del temblor ya pasó": una voz.
La risa se nos iba pegando en las cobijas.
"Mis cielos están para mí": una voz.
Septiembre nos miraba derrumbarnos, desde lejos.
No miento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario