"I'm afraid I can't explain myself, sir. Because I am not myself, you see?”
― Lewis Carroll, Alice in Wonderland
Y mientras escribía esa carta negra
donde el odio era lengua desatada
y toda la belleza de una lágrima
daba a luz un dolor
engendrado en la culpa;
mientras todo moría
(lo hermoso)
en palabras hostiles
y en rencor hecho puño,
un viajante volvió:
era el espejo.
Desembarcó en el punto de mis letras.
No hizo más que mirarme, y lo supe:
CUANTO DOY A LOS OTROS
SE DUPLICA EN MI SOMBRA.
No hizo más que extenderse, y lo dije:
EL VENENO SE QUEDA ADHERIDO EN NUESTRAS
MANOS.
NADA SE LANZA SIN DEJAR ALGO DENTRO.
Recuérdalo, Alejandra.
Rompí la carta negra,
y alimenté con ella el tiempo muerto.
Él escupió estos signos
que no alcanzan poesía
sino tierra que nombro
así, sin ritmo.
Dale sentido, Alicia.
Y repetí, hasta quedar desierta:
ESTO ES EL clavo SOSTENIENDO EL muro
PARA EVITAR olvidos
QUE NOS HAGAN herirnos.
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