- Es decir, soy poeta.
- ¿Lo eres si caminas?
- Sobre todo cuando no camino. Lo soy
cuando me escuchan.
- ¿Y si no te escuchan?
- No puedo asegurarlo. Los niños
piensan que ven a una mujer.
- Pero ven a un poeta danzando desde tu
vientre herido.
- Puedo hacer que todo pase lejos o que
el mundo sea verde y humilde.
- Eres un dios, entonces.
- No, y no tengo tamaño. Soy poeta,
aunque no sepa un demonio de belleza.
- ¿Qué es lo distinto, entonces?
- Lo distinto hoy es que lo sé, lo
digo y te fuerzo a pensar en ello. ¿Me oíste? ¿Me oyes? ¿Me
oirás?
Hasta aquí puede leerse el pergamino.
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