Aquí la recopilación de mis cabañuelas 2013, que
ahora fueron mucho más extensas que las anteriores; es que el año dio para mucho.
Las pongo en versión Facebook y versión Twitter (que sí fue distinta a conciencia esta vez), para que el registro quede completo.
Nos vemos en las cabañuelas 2014, amiguitos.
1 de enero, 2013.
Cabañuela #1: Asólate y asómbrate.
En 2012 confirmé y tomé como ley de vida lo que es sabido por
todos, no se hagan: si nos limitamos a lo que ya conocemos de cierto,
en cualquier aspecto, dejamos fuera posibilidades que nunca habríamos
imaginado. Es verdad también que a veces tales posibilidades no
resultan como quisiéramos, pero entre ellas siempre llega algo que
vale la pena por sí mismo. Está bien ser cuidadosos y escépticos
ante todo; sin embargo, cuando la maravilla te asalta en despoblado
ni cómo hacerse el indiferente... no queda más que rendirse ante
ella. Y rendirse así es ganar, de cualquier manera.
Conclusión: También es
bueno ser uno mismo lo sorprendente, de vez en cuando. Vale igual.
2 de enero, 2013.
Cabañuela #2: Ahí está el punto.
Ayer mi sabia hermana me compartió su teoría sobre la tinta
invisible, esa con que está pre-escrito un diario y que uno mismo va
revelando cuando suceden las cosas. Creo que eso va mucho más allá
de la idea de Destino y está más bien relacionado con darnos tiempo
para leer el mundo conforme lo vamos escribiendo. Hay muchos clichés
al respecto, lo sé, pero pensemos que por algo existen... Me acordé
también de esa célebre conferencia de Steve Jobs en Stanford, una
de cuyas ideas centrales es, precisamente, que el sentido de cada
existencia se encuentra al “conectar los puntos”; pero esto,
dice, solo puede hacerse en retrospectiva y es realmente sorprendente
tomar conciencia de todo lo que “tuvo que pasar” para llegar a
cualquier punto, que luego será solo una estación para un punto
posterior y así sucesivamente. Y ya que este 2012 me reconectó
conmigo y me trajo el cumplimiento de un enorme “sueño” que
alimenté durante años y que en alguna estación creí que no se
lograría (¡¿ya mencioné que por fin soy puma?!), he adoptado este
cliché como si fuera un padre. No es una fábula de metas que se
cumplen, para nada: es solo pensar en que el camino posee significado
si uno quiere construirlo; y si no, también.
Conclusión: Decir lo ya dicho es reescribir y, por
lo tanto, resignificar.
Todo cobra sentido cuando se unen los puntos en retrospectiva. Sí,
ya lo dijeron otros, yo nomás le hago al Pierre Menard.
3 de enero, 2013.
Cabañuela #3: ...Y a mis soledades voy.
Pues sí, es tiempo de decir que estoy conmigo. A casi un año de ser
soltera de nuevo tras una larga historia que algunos conocen (y si
no, ni modo), creo que el único “parasiempre” posible es el de
ser uno. Y no se malentienda, me fascina la idea de la otredad, de la
compañía, de intuir a los álguienes alrededor: finalmente yo soy
también un prójimo y tenerlo siempre en cuenta significa entender
que cada otro es un individuo, con todo lo que tal cosa representa.
Esto da ventajas en cuanto a tolerancia, empatía, convivencia y
demás, pero en sentido estricto sé que lo único mío es el yo.
Imposible perder una certeza así.
Conclusión: Si quieres
compañía, cultiva una solitaria.
Tras haber vivido una novela rusa, me quedan dos certezas: a) lo
único "eterno" es ser uno y b) "yo soy también un
prójimo...".
4 de enero, 2013.
Cabañuela #4: Esa bonita costumbre de acrostiquear, o de cómo el
nombre lo es todo.
INSTRUCCIONES: Esta es una cabañuela interactiva. Tiene usted en sus
manos nueve piezas y un tablero; favor de seguir los pasos con, o
sin, cuidado.
1. Coloque primero la “A”
marcada con el número 1 al centro, como base, por quienes ya aman a
los perros.
2. Junte los bordes a la
“L”, por aquellos que se recordarán solo en ocasiones
especiales, si acaso.
3. En la unión de las
piezas anteriores sobreponga la “E”, por el asombro de los astros
fugaces.
4. Ponga la “J” en
posición vertical e insértela en el punto de quiebre, por la
búsqueda misma.
5. Tome en sus manos la
“A” marcada con el número 2 y colóquela en la parte posterior
de la figura, por el lugar que Fue.
6. Coloque la “N” de
cabeza en el ángulo recién formado, por una vida libre de promesas.
7. Remueva la protección
de la “D” y adhiérala a la pieza anterior, por el lugar que ya
Es.
8. En la parte superior
debe haber quedado un espacio abierto; junto a él posicione con
fuerza la “R”, por los limericks que falta escribir.
9. La “A” marcada con
el número 3 es sumamente flexible y está diseñada para ponerla
como, donde y cuando usted guste, por el placer de hacer y deshacer.
¡Listo! Esperamos que
haya sido un éxito. Si se aburrió, se equivocó, dejó el juego a
medias, quedó insatisfecho o perdió piezas, también de eso se
trata. Ahora, si le es dado, haga lo mismo con su propio modelo para
armar. Buen día.
Conclusión: Cuando era
niña me cansaba tanto de hacer planas con mis eternas nueve letras,
que le reclamaba a mi madre el no haberme puesto “Flor”. A veces
sigo de acuerdo.
Ya lo dijo la Pizarnik: "alejandra alejandra/ debajo estoy yo/
alejandra". Nombres como tierra, y como tierras.
5 de enero, 2013.
Cabañuela #5: Lado A.
Qué sería de la vida si no nos diéramos permiso de ser espontáneos
así, sin miedos, y de romper con lo... iQué diablos! iHoy no hay
cabañuela, eeeeh!
Conclusión: iFiesta en mi casa! iY en las demás! iVestidos bonitos para todos!
A la chingada las cabañuelas hoy, uno debe evitar a toda costa
hacerse esclavo de su propia ocurrencia.
6 de enero, 2013.
Cabañuela #6: ¿Qué pasó ayer?
No estoy de acuerdo con que recordar sea “volver a vivir”, me
parece una idea enfermiza; pero sí creo que el Antes es la razón
del Ahora y como tal, hay que celebrarlo. Porque más vale que
nuestro Ahora nos fascine con todos los puntos que hubo que unir para
alcanzarlo. Después de todo, ¿qué otra cosa tenemos?
Mi conclusión de hoy es un limerick à la María Elena Walsh, porque tengo que ir entrenando. Va:
Si guarda usted en cajas
su pasado
puede gustarle o no, limpio o gastado;
mas si no lo renueva,
yo le diré: “qué
hueva”:
entienda que hoy es
antes, transformado.
7 de enero, 2013.
Cabañuela #7: Dispénsela...
Estoy por escribir un libro intitulado: “El galano arte de pedir
disculpas”. Porque en honor a la verdad, desde que descubrí que
pedir perdón era un antídoto no para el error, sino para la cruda
que éste deja, he tratado de cultivar mi disculpabilidad lo mejor
posible. No es pedir perdón porque sí: es saber cómo, cuándo, por
qué, con quién y (sobre todo) para qué. He ido aprendiendo, poco a
poco, a dejar pasar errores que solita me perdono o que otros
consideran que cometí pero yo no, lo que sucede con frecuencia; pero
cuando veo que sí la regué en algo que me importa, sea lo que sea,
no tengo reparos en solicitar la absolución con toda sinceridad. Y
el solo hecho de reconocer mi falla ante la gente que me interesa
cura algo en mí; claro que si el otro condesciende conmigo y me
perdona o me dice: “no hay por qué disculparse” (aunque sepamos
que sí), más aún. Hasta uno se siente extrañamente contento de
haberse equivocado. Sí, el chip del “dispenseusted” es uno de
los mejores inventos de nuestros ingenieros creadores cuando se usa
bien, aunque tampoco les hubiera costado nada hacernos menos
propensos a cagarla.
Conclusión: No disculpe
las molestias que esta cabañuela le ocasionó. Fueron a propósito.
Confiemos en la magia de un perdón bien pedido como bálsamo contra
los efectos de nuestra humana propensión a cagarla.
8 de enero, 2013.
Cabañuela #8: Más marthistas que Martha.
Un gurú es un guía que dicta enseñanzas de vida a gente con ganas
de asombrarse, y eso no está mal porque a fin de cuentas cada quien
obtiene lo que quiere y nadie está obligado a hacer lo que no desea.
La cosa es cuando los seguidores se toman más en serio las
enseñanzas que el propio enseñante, y en mi pequeña familia VIP
nos acabamos de dar cuenta de que eso nos pasa. Fíjense: Martha, la
matriarca y gurú, dice: “No es necesario celebrar juntos la
Navidad”, y la feligresa Jimena se va a la playa de jipi, ¿por qué
no?, mientras la gurú tranquilamente pasa las fiestas en familia.
Otro ejemplo: Martha, la matriarca y gurú, dice: “¿Para qué
queremos tanto canal en el cable si ni los aprovechamos?”, y la
feligresa Alejandra se deshace definitivamente de todo lo que tenga
que ver con la televisión, mientras la gurú tranquilamente ve
“Master Chef” en su flamante Dish. Hay más ejemplos, pero
herirían susceptibilidades, ja, ustedes saben. Lo que quiero decir
es que este es quizá el descubrimiento más bonito del año que se
nos fue, pues la matriarca es en realidad una gurú involuntaria a
quien le da mucha risa que esto pase y muy a menudo ni se acuerda de
sus designios, mientras que las seguidoras estamos más que contentas
con los resultados de nuestra radicalidad. Porque eso, las palabras
transforman a quien quiere ser transformado y está bien subirnos al
tren de lo que dicen otros si nos parece exacto, mientras entendamos
que una vez apropiado el dicho, las consecuencias del acto son
exclusivamente nuestras.
Conclusión: Y que siga
la Martha dando... pretextos para vivir bonito.
Aunque el decir sea ajeno, el actuar es propio. Y no se aceptan
reclamaciones. #QuieroAMiMamá
9 de enero, 2013.
Cabañuela #9: Lados flacos.
No, no hablaré de la increíble cantidad de kilos que perdí en 2012
(literal y metafóricamente, ja), aunque no está de más
mencionarlo... También en ese año glorioso capitalicé un poco más
esa idea de que siempre estamos expuestos a dudar, a perder el rumbo,
a autocuestionarnos. Sobre todo cuando pretendemos tener el control y
el sentido de la propia vida en las propias manos (porque finalmente
a eso jugamos), hay veces que el peso de esta idea nos rebasa, o que
simplemente nos salimos del carril por descuido, por cansancio, por
"influencia", incluso por elección o por el síndrome del
“a ver qué”. No hay mucho qué decir al respecto, solo es
cuestión de tenerlo en cuenta y aceptarlo. Eso creo. Y evitar, no
las expectativas, sino el depender exclusivamente de ellas; armar
planes B, perdonarnos, verbalizar la frustración, abrazar los
complejos hasta que se calmen, escuchar lo que deba escucharse...
tender un puente consciente para volver al camino que creemos
correcto y que todos tenemos porque es inevitable. Aunque no es el
mismo para cada quien. Eso sé.
Conclusión: Para no perder la bonita costumbre de las cabañuelas con soundtrack, comparto mi mantra actual para superar las flaquezas no requeridas. Fiona Apple me va a empezar a cobrar regalías.
Conclusión: Para no perder la bonita costumbre de las cabañuelas con soundtrack, comparto mi mantra actual para superar las flaquezas no requeridas. Fiona Apple me va a empezar a cobrar regalías.
Me gusta mucho ser más flaca que antes, pero no tanto flaquear...
Aun así, lo acepto y lo abrazo: pasará.
10 de enero, 2013.
Cabañuela #10: Efectos secundarios.
El año pasado, en mi cabañuela
número 6 les hablaba de “Renunciatín”, el método que
descubrí en 2011 para dejar círculos viciosos y demás. A un año
de tratamiento, puedo decir que funciona o al menos, cubre mis
expectativas. En 2012 renuncié a un trabajo, a presencias que
parecían eternas, a la televisión, a la desidia, a la
desinformación, a ciertos miedos, a la autocensura; y en cambio,
pacté contratos nuevos (no perfectos, solo nuevos) con la lectura,
la escritura, la conciencia, la impro, la docencia, la música, el
cine, el ridículo, la información, los plazos y hasta conmigo, que
soy vitalicia. Entonces, Renunciatín es una gran solución pero no
solo por el mero abandono, sino porque permite abrir los espacios
suficientes para bienvenir; a fin de cuentas, siempre hay algo en
camino. Yo sí lo recomiendo. Y como dijo la sabia Érika Delfín:
"Renunciatín causa efectos secundarios nocivos en el objeto
renunciado, en uno no." Otro caso de éxito.
(Música de infomercial. Locutor: “Renunciatín, ¡porque dejar la incomodidad no es de cobardes, sino de hígados sanos!”)
(Música de infomercial. Locutor: “Renunciatín, ¡porque dejar la incomodidad no es de cobardes, sino de hígados sanos!”)
A un año de Renunciatín, el "esporelbiendetodos"
evolucionó a "mevalemadres". #AutopromociónRetro
11 de enero, 2013.
Cabañuela #11: “¿Qué oyes?”®.
La vida no es más que un conjunto de conversaciones posibles. Y la
conversación es un sitio fascinante, sagrado, que te obliga a Decir
y a Escuchar aunque no siempre se logre... Sobre decir nos creemos
expertos, pero creo que es ley general que todos en alguna ocasión
nos perdamos en nuestras propias palabras y dejemos el oído, interno
y externo, desactivado. Quizá eso explique por qué hay veces en las
que yo misma sé, en ese momento, que lo que estoy haciendo o
diciendo está mal hasta para mí y aun así, por más que me digo
que ya le pare, no lo hago; concluyo que se trata de errores de
conexión, de escucha, que dejo pasar de origen y que luego ya no
puedo desenredar. Así que mi penúltima cabañuela se centra en la
vitalidad de escuchar con todas sus variantes: la lectura, la
conciencia, la escritura misma, la apropiación, la apertura, la
reflexión, el intercambio. A veces perderemos la brújula, porque
así somos y qué le vamos a hacer, pero hasta eso hay que escuchar,
¿no? Y entendernos. Por eso me fascina la literatura y el arte en
general, porque construye esos puentes hacia el entendimiento más
allá de lo imposible, que tanto nos hacen falta; solo que, digo yo,
si no somos capaces de elegir una percepción del mundo y
revisarla/transformarla constantemente, tampoco nos sirve de nada
pasar horas frente a creaciones maravillosas. Pero esa es otra
historia, y deberá ser contada en otra ocasión.
Conclusión: Ya
lo he escrito antes y me auto-reciclo: estoy convencida de que
conversar auténticamente con otro, con uno mismo o con el mundo es
descosificarse y afirmarse. Por el dulce concierto que tendría que
volver a dibujarse, como antes, en las piedras...
12 de enero, 2013.
Cabañuela #12: Verde, sí; humilde, quién sabe.
Ahora que me pregunto el
porqué de todo, porque sí, pensaba de qué sirve este ejercicio de
las cabañuelas además del juego de inventarme un género y una
“tradición”. Entonces vi claramente que hay una parte del
objetivo muy coherente con el narcisismo de dedicarme 12 días sin
parar en una red social que supone lecturas de otros y hasta
comentarios (pausa: siempre, siempre me maravilla que las cabañuelas
tengan “likes”, empatía, comentarios y hasta mensajes
extraordinarios... se los paso al costo, nomás, y lo agradezco en el
alma); pero por otro lado, escribir esto también tiene qué ver con
la expresión como defensa, como manifiesto y como escudo: Decir por,
para, con, entre, desde, hasta. Siempre he creído que el lenguaje es
la forma más exacta de humanidad y que una de nuestras misiones en
la vida es perfeccionarlo tanto como se pueda; de verdad, venero
absolutamente las palabras y me parece que hallar gente que les haga
justicia es, como me dijo la poeta Nancy Gallegos en alguna ocasión,
encontrar el Santo Grial. Por eso, por el superpoder de la palabra,
me concentré en hacer de las cabañuelas un espacio de coherencia
interna, de puesta en tierra, de autoanálisis y su consecuente
autosíntesis. Y si lo hago público es un poco por el “porquéno”,
pero también porque volcarnos en palabras es a veces un deber
social, pero siempre un milagro personal. De esos que vale la pena
sobreexponer.
Conclusión: Gracias
infinitas por leer, o por no hacerlo. Todo es ganancia.